jueves, 16 de octubre de 2008


El hombre que predice el futuro

Muchas personas pasan mirando de reojo la mesa ubicada en la vereda desde donde trabaja “Albano”, un tarotista que fue incrédulo en su juventud y revela sin tapujos los motivos y circunstancias que lo hicieron creer en algo más allá de lo normal.


Un asombrado alcalde, le cedió la oportunidad de instalarse en Providencia, aún cuando Cristián Labbé acostumbraba a rechazar la instalación de tarotistas en las calles de su comuna. Para convencerlo, sólo requirió revelarle cosas de la vida personal de Labbé que nadie podría saber.

Rolando Sangiler, alias “Albano” saluda a la gente alegremente que reconoce al pasar y da la constante impresión de conocer a la mayoría del barrio. Ya lleva 5 años prediciendo a sus clientes lo que indican las cartas respecto a su pasado, presente y futuro, justo frente al metro Manuel Montt.

“Yo solía ser un joven atlético y vanidoso, estaba por ingresar a Psicología en la Universidad de Chile, estaba enamorado perdidamente de mi novia Adela, no creía en espiritismos, visiones , entes, ovnis, ni siquiera en el tarot. Era bastante científico en mi forma de ver la vida, pero un sueño premonitor cambió todo” cuenta Rolando.

En el sueño se vio a si mismo ahogándose en el mar mientras su familiares y amigos lo observaban desde la arena, más al costado estaba la mujer que amaba solitaria y alejada de la gente, desde el mar vio como un platillo volador la secuestraba. “Probablemente suena ridículo, pero a la semana Adela falleció en un accidente y yo tuve que salir del país debido al régimen militar, me fui a Brasil, tenía 18 años” recuerda Sangiler.

En Brasil, se dedicó a estudiar el esoterismo y “sanar gente” mediante rituales basados en la expulsión de espíritus malignos. Pero hubo un tema que lo detuvo por largo tiempo, la investigación ufológica. “Con un grupo de jóvenes recorríamos diferentes lugares en busca de experiencias con Ovnis, durante esos años tuvimos potentes experiencias que me hicieron dedicarme de lleno en esto”.

Volvió a Chile el año 1991, tenía 25 años. Trabajó en ferias artesanales y en los tiempos libres se dedicaba a curar personas usando los conocimientos obtenidos en Brasil. Al poco tiempo de haber llegado a Chile, tuvo la visión de que sería atropellado, y al mes ocurrió en la realidad.

Se encerró durante años atendiendo escasamente a la clientela que ya había alcanzado a formar, apenas salía a la calle de su departamento ubicado en Eliodoro Yañez con Pedro de Valdivia.

“Manuel Montt se volvió un lugar lleno de locales nocturnos y abundante público, era el tipo de gente que creí que podrían ser mis clientes y no me equivoqué. A la semana siguiente estaba entrando a la oficina del alcalde” recuerda.

“Tiene clientes habituales que terminan hasta llorando junto a él en ocasiones, mucha gente antes de irse a carretear se vienen a atender con él, lo bueno es que una vez que se ven el tarot, pasan a comprar flores acá” comenta entre risas Jorge Sandoval, quien atiende la florería de Ingrid Hernández al costado de una humilde mesa en la que se sitúa “Albano”.

Verse el tarot cuesta cinco mil pesos, una videncia (contacto con un ser querido muerto) cuesta unos siete mil dependiendo del cliente, además cuenta con una selectiva colección de inciensos que vende a mil pesos.

“Hoy en día las personas son incrédulas, la clientela está conformada por personas inseguras y desesperadas que necesitan una respuesta que los alivie de su dolor. Lamentablemente no todas las respuestas que encuentro son las que la gente quiere escuchar, y a veces también me equivoco en mis augurios” finaliza el tarotista.

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